La historia dirá si las expectativas que aún se ciernen sobre su llamada Cuarta Transformación, son lo que México necesitaba o no. Está en un punto intermedio porque lleva apenas un año de mandato y porque a pesar de sus detractores, cuenta aún con un alto grado de aprobación. Su problema, es que le gusta provocar y no tiene un efectivo departamento de comunicación que hace que él mismo siga siendo su peor enemigo, como cuando estaba en campaña. Lo cierto es que se trata de uno de los presidentes que llegó al poder con más números a su favor en las votaciones y por lo mismo, las exigencias hacia sus prometidos cambios son mayores y los sentimientos que genera son más bien radicales. ¿Héroe, villano o comparsa de la historia? Aún es pronto para saberlo al 100%, pero por ahora en el tablero de ajedrez, las fichas están servidas.
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